Las tiendas turísticas están invadiendo el centro de Madrid

«Ser bonito, ser bonito». George Moussapoum que nació en Nueva York se encuentra en el Baúl de la Abuela, una de las tiendas turísticas más antiguas y conocidas de la calle Mayor. George está encantado con las mantillas y su mujer lo está con los abanicos, que los compra a docenas. Pero quiere regatear.

«Esto es España, aquí no se regatea», contesta molesto el dueño de la tienda. «Esta crisis nos va a matar, pero yo tengo los precios fijos y no puedo bajarlos. No lo haré».

Eso sí: propone al norteamericano un abanico de regalo por cada 10. «Pero de esos buenos no, que tienen puntillas y son más caros», matiza mientras la mujer coge a capazos los abanicos.

La tienda tiene muchos años y Juan conoce todo tipo de turistas, «pero ahora la cosa está jodida». El norteamericano dice que donde la cosa está mal es en su país. Cuando otro cliente le cuenta que en España hay cinco millones de parados y en Madrid 500.000 no se lo cree. Paga y se va asustado a contarle a su mujer que en Madrid hay medio millón de desempleados.

Los establecimientos de venta de objetos turísticos han invadido el centro de la Ciudad. Hay decenas. Gran Vía, Mayor, Puerta del Sol, Carrera de San Jerónimo, Carretas... Lo han invadido todo.

El año pasado, cuando miles de personas vinieron en agosto por el Encuentro Mundial de la Juventud, los comerciantes también hicieron el agosto. Este año la cosa va peor. «No hay dinero», dice una de las dependientas de otra de las tiendas cercanas a la Puerta del Sol. «Antes -añade- compraban y compraban, casi sin mirar lo que costaba. Ahora miran los precios y en vez de llevar tres se llevan uno; está todo muy mal».

Tienen todo tipo de productos, «pero los que más vendemos son las camisetas de la selección española, y la que tiene el 4-0 de España a Italia que se la llevan no sólo los turistas, sino también los españoles».

Fuera del fútbol, lo que más se llevan son las camisetas de Madrid o en las que se ven toros. Los imanes, bolsos, llaveros, posters y todo tipo de merchandising también se venden, aunque no con la fuerza de antes.

Cristina, una de las dependientas de otra tienda, dice también que ya no hay dinero «aunque la selección española nos ha salvado». «El 50% de las ventas son hoy productos relacionados con el fútbol», añade.

Afirma que lo que más éxito tiene, además del fútbol, son las ofertas a bajo precio de productos que prefieren liquidar.

¿Los que más compran? «Antes - afirma- los italianos eran los campeones de las compras. Ahora en nuestra tienda los que más gastan son los brasileños y rusos».

Pero no todas las tiendas ofrecen merchandising. Cerca del Palacio Real hay un establecimiento que vende vino bueno y todo tipo de embutidos envasados al vacío para llevar de viaje. Las cerámicas de calidad, y los chocolates, también en verano, compiten con los clásicos regalos turísticos. 

Lo último que se prepara en la calle Mayor es una tienda que ofrece turrón en sus múltiples fórmulas. Hay incluso un cartel pidiendo currículums para poder trabajar en la tienda.

Félix Rodríguez es sudamericano. No compra. Vende. Entra en todas las tiendas de recuerdos para ofrecer uno de los mejores productos de España: el vino. Representa a una empresa que vende hasta 20 productos relacionados con el vino con pegatinas de España. Además de botellas, ofrece sacacorchos, tapones de botellas,...

Hay más tiendas de souvenirs, clásicas y modernas, pero el centro ha perdido librerías, bancos, tiendas de ropa, de bolsos...quedan muy pocas tiendas tradicionales y las que quedan se han adaptado y colocado productos turísticos o relacionados con la Eurocopa.

Jesús Martín, presidente de la Asociación de Hostales de Madrid, y miembro de la ejecutiva de los comerciantes de Cecoma, afirma que en los últimos años se ha multiplicado la cifra de turistas de tres a ocho millones, lo que ha hecho que el número de tiendas en el centro se doblara. Y cree que facturan, pero no pasa como en otras ciudades (Nueva York, Londres, París) que tienen sus propios iconos que se venden como rosquillas.

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