Los viajes organizados de los españoles

A pesar de la crisis económica que atosiga incluso a nuestros más desahogados pensionistas, parece ser que a los españoles medianamente alfabetizados y con algunos ahorros les ha dado por recorrer el mundo, por apuntarse a viajes organizados a África, Asia, América u Oceanía, algo menos a Europa. 

No se apuntan a ir a la Luna porque tales excursiones de fin de semana aún no están programadas por el Imserso o por El Corte Inglés, pero ya se han puesto mentalmente a la cola para subir allá, o más arriba si cabe, en el caso de que algún día surja la oportunidad y el cohete espacial turístico los coja con algunos ahorros y con no mucho más de noventa años.

¿Y a qué van, qué buscan esas personas en sus vuelos a Tailandia o a Etiopía? ¿Cultura? ¿Conocimiento? ¿Experiencias? ¿Llevarse para el otro mundo, dada la edad de muchos de ellos, un catálogo de diversidad histórica y geográfica? Me temo que lo que más atrae a la mayoría no es otra cosa que llenar de fotos su álbum o de posibles relatos su disco duro mental desde el mismísimo día siguiente al de su vuelta.

En sus viajes, sólo suelen interesar a este tipo de gente los edificios, los puentes, los templos, las pirámides, lo visible o fotografiable; no la otra gente, las opuestas costumbres, la diversa vida, los usos inéditos de tales países, y mucho menos sus interiores, su mentalidad, su psicología, su cocina, su literatura. 

A casi ninguno de ellos se le ocurre irse a pasar unos meses sin cobertura turística a Italia, Francia, Alemania o Méjico, para impregnarse en lo posible de su habla, de su lengua, de su vida cotidiana; sólo les apetece tomar nota de la tópica superficie, o sea, de que los africanos siguen con sus danzas y sus tribus, la India con sus vacas sagradas y sus templos o Egipto con su Nilo y sus pirámides. Sobre todo, para contarlo después y mostrar las fotos.

Se encogen de hombros si alguien les hace observar que hoy se familiariza uno con las "piedras" de esos países a través de la televisión o de Internet mejor que con unos cuantos viajes turísticos donde apenas da tiempo a tomar nota de tantas supuestas maravillas de las que puedan luego recordar y recontar los detalles a sus aburridas amistades en los grises días de otoño e invierno.

 Y a lo mejor no ignoran que nuestro otoño e invierno son primavera y verano en el hemisferio austral y todavía cabe aprovechar el buen tiempo para añadir a su álbum o a su repertorio un nuevo viaje a Chile o a Sudáfrica.

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