La famosa sirenita de Copenhague
El Københavns Havn (Puerto de Copenhage), a sólo 4 km del centro, es una atracción turística más de la ciudad de Copenhague y un excelente botón de muestra de su alocada actividad cultural. ¿Cómo si no se explica la existencia de un teatro, una ópera y una biblioteca (nada menos que una extensión de la Biblioteca Real) en el mismo muelle? Todo esto y el centro de información, salones, pintorescas tiendas y un número creciente de cafeterías y restaurantes con encanto junto al mar distraen, incluso, de la que se considera el hito de la ciudad: La sirenita, emplazada en la bahía.
No sólo es el más grande de Canadá (e incluso del Pacífico noroeste) y el punto de partida de los cruceros por Alaska, sino que es, además, uno de los más animados: existen, de hecho compañías que ofrecen minicruceros por el puerto (con almuerzo o cena). Además, su Dowtown Canada Place Terminal está plagado de restaurantes, tiendas y hoteles. Y por si fuera poco, este muelle está tan sólo a un paseo del Waterfront SkyTrain Station y las principales zonas comerciales.
Un crucero por el Caribe apetece en cualquier momento del año. Y, por eso, el puerto de Miami es uno de los de más trasiego del hemisferio norte (y casi del mundo), ya sea para poner rumbo a las Bahamas, la Riviera Maya, Jamaica, las Antillas, Cuba... Motivo suficiente para que las más importantes navieras tengan fijada su sede aquí. Además, muchos de los cruceristas aprovechan para pasar un par de noches en Miami antes o después de la travesía visitando su histórico barrio art déco, comprando en los alrededores de Lincoln Road, cenando en cualquiera de las terrazas de la fascinante Ocean Drive, disfrutando de sus pubs hasta el amanecer...
El tercer mayor puerto del mundo y el primero de China, Shanghai ejerce de megaurbe asiática sin ningún complejo, aunando tradición y modernidad, ecos coloniales y destellos cosmopolitas. Su mismo nombre lo dice todo: Encima del mar. Y es que su situación en el delta del Yagtse, volcándose en el Mar de China, la convierten en el puerto de embarque hacia Japón y Corea del Sur. Pero la ciudad es inagotable y antes de zarpar conviene recorrer el Bund que dejaron los británicos, alzar el cuello entre los rascacielos de Pudong o recogerse en el templo Ciudad de Dios y el jardín Yuyuan, en la parte antigua de Shanghai. Imprescindible ir de compras. Recomendaciones: Spin (Julu Lu 758) por sus deliciosas cerámicas, la zona de Xintiandi -vale la pena recorrerla y ya de paso comer algo-, el Fabric Market (399 Lujiabang Lu) para sedas y cachemir.
No tenga prisa en zarpar porque nunca se agota al contemplarla. El Gran Canal, San Marcos, la Fenice, sus cafés, sus palacios... ¿Busca lugares secretos? La iglesia Madonna dell'Orto, donde descansa Tintoretto; la Fundación Vedova, en Dorsoduro, y el Magazzini del Sale, restaurado por Renzo Piano, son algunas propuestas.
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