La feria de Abril

Qué raro es pisar una Feria silenciosa. Durante los días de fiesta, el estruendo del real se deja sentir por casi todo el barrio de Los Remedios. 

A medida que te acercas al recinto, va subiendo el volumen de la música, las tómbolas, los puestos ambulantes, los coches de caballo y el bullicio de la gente. 

Llegar a la portada en un silencio atronador es pisar una Feria de mentira, un real sin sevillanos, un recinto prácticamente inerte.

A mediodía de ayer, la armónica de los afiladores se podía escuchar por el recinto ferial, como si fuera un pueblo tranquilo. 

Los turistas que abarrotan el centro por el puente de mayo se llevaban una imagen muy distorsionada de la fiesta. Media ciudad estaba en la playa y apenas se celebraban comidas de preferia, la mayoría reservadas para hoy, cuando el recinto comienza a tomar vida.

Las casetas tenían los toldos echados y un ejército de camiones descargaba todo tipo de mercancías. Sillas de alquiler, tarima flotante, farolillos, barriles de cerveza, cajas de refrescos, verduras de Utrera, pescado de Chipiona... 

Sólo la caseta del Ateneo de Sevilla se atrevía con música, las sevillanas más solitarias del mundo, en honor a dos turistas con sombrero de paja y abanico que encontraron refugio en ella.

La mayoría de personas en el recinto eran trabajadores. Se organizaban las cocinas, se colocaban mesas y sillas, se ultimaba la decoración y se colocaban farolillos. 

Operarios de Lipasam terminaban de compactar el albero y los policías locales patrullaban el recinto. Algunos rezagados paseaban con carpetas y ofrecían sus currículos en las casetas sin mucho éxito.

Los turistas con mochila y zapatillas de deporte visitaban esa Feria espectral, nada que ver con la explosión sensorial que ofrecerá a partir del martes. 

La portada que fotografiaban, vallada, era todo un símbolo de que la Feria seguía cerrada.

En este sentido, el debate sobre la conveniencia de hacer coincidir el puente de mayo con la Feria sigue abierto. 

Aunque desde el sector turístico hay consenso sobre las ventajas de tener dos atractivos turísticos independientes, el puente por un lado y la Feria por otro, voces destacadas señalan que estos días festivos se ha perdido una oportunidad de oro para rentabilizar el turismo que sale de Madrid. 

Se trata de un visitante de alto standing, que llena hoteles y restaurantes, que utiliza taxis y disfruta de otras ofertas culturales y de ocio de la ciudad. Un turismo que no ha podido pisar la Feria estos días festivos, y que encontrará más dificultades para acudir a Sevilla el próximo fin de semana, justo a la vuelta del puente.

En cuanto a los sevillanos, sobre las 14 horas empezaron a llegar al real. En su mayoría eran vecinos del extrarradio con niños pequeños, camisetas de tirantes, pantalones cortos y bolsas de pipas. 

No eran suficientes como para activar la Calle del Infierno, que ayer se mantenía en calma, también sin su insoportable ruido habitual.

Hoy se inaugurarán los cacharritos, con precios más asequibles, gracias a las comidas de preferia que sirven a los padres para llevar a los más pequeños aprovechando esa tranquilidad. 

El domingo es más fácil llegar, las atracciones son más baratas y las casetas familiares ofrecen animación infantil y payasos para aprovechar la jornada.


Mientras la Feria seguía cerrada, el ambiente previo se expandía. Las calles del centro acogían el desfile inaugural de coches de caballo con motivo de la proclamación de Sevilla como Capital Mundial del Enganche. 

Sevillanos y turistas presenciaban el paseo de 54 enganches de caballo, con carruajes históricos, mantillas, sombreros y caballos de primer nivel.

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