El aeropuerto de Castellón

A la espera de que el Consell y Lavalin firmen este mes de mayo el contrato de adjudicación del aeropuerto de Castellón para los próximos 20 años, la pregunta que rodea su adjudicación es por qué una multinacional como la canadiense se ha fijado en un pequeño aeropuerto ubicado en el interior de Castellón, objeto de mofas durante los últimos años y que ha estado rodeado siempre de la polémica. 

Las razones de este desembarco en la base aérea de Vilanova d’Alcolea, que cumplió el pasado 25 de marzo tres años sin volar los aviones tras su inauguración, es su deseo de implantarse en España y, especialmente, poder concursar en el proceso de privatización de aeropuertos que tiene previsto realizar AENA. 

De ahí que el holding canadiense vea en Castellón un escaparate ante Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (Aena) con vistas a optar a dichos concursos públicos.

SNC Lavalin es una empresa internacional con amplia experiencia en los cuatro continentes. Sólo en Europa gestiona 16 aeropuertos con más de 58.000 movimientos de aeronaves comerciales y no comerciales al año. Además, es una empresa internacional con amplia experiencia en los cuatro continentes. 

Pese a haberse labrado una gran trayectoria aeroportuaria, la canadiense también quiere hacer lo mismo en España. Castellón pretende ser su pista de despegue y, para ello, cuenta con un equipo experimentado.

Alain Russel será el responsable de capitanear el proyecto de Castellón, un veterano director de aeropuertos que actualmente preside el consejo de administración del aeropuerto París Vatry, especializado en transporte de mercancías y vuelos de bajo coste. Anteriormente había trabajado en aeropuertos de carácter turístico.

Lavalin gestionará el aeropuerto de Castellón durante los próximos 20 años con un contrato de gestión de 24,5 millones de euros. 

No podrá percibir más de 4,5 millones anuales y sus ingresos estarán condicionados por el número de turistas. Además, y en caso de alcanzar 1,2 millones de pasajeros, deberá pagar un canon de 1,2 millones de euros al Consell más 1 euro por cada pasajero de más.

Pero Lavalin tiene claro que Castellón es una plaza muy apetecible. Además de que puede servirle como escaparate ante AENA, el coste operativo de la base castellonense se sitúa entre los más bajos. 

De hecho, está por debajo del de Reus en Tarragona. Son alrededor de 4 los millones que cuesta su mantenimiento anual frente a otras instalaciones que superan ampliamente los ocho millones.

De ahí que Lavalin tenga muy claro que el aeropuerto de Castellón, centro mundial de las mofas por la ausencia de aviones desde hace tres años, puede ser rentable económica y políticamente.

La discreción que ha caracterizado a la firma canadiense también es otro aspecto a tener en cuenta en la adjudicación del aeropuerto. A pesar del recurso de Gesnaer, las críticas por su presencia en una lista negra del Banco Mundial, Lavalin ha permanecido siempre en un segundo plano. 

Se presentó al concurso, lo ganó y ahora tiene pendiente la firma del contrato para la primera quincena de mayo. Su puesta de largo servirá para conocer más detalles de una oferta que debe poner fin a las mofas del llamado "aeropuerto sin aviones".

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