Stone Town una explosión de vida
Observen los coloridos vestidos, kangas, que llevan las mujeres. Es todo una tranquila explosión de vida. Tras Stone Town, el viajero puede tomar rumbo a las playas. ¿Cuáles? Depende de su número de días, todas. Y es que Zanzíbar ofrece una oportunidad única que el viajero no debe rechazar: viajar a la carta, a su antojo, en libertad.
Los más atrevidos lo harán en los autobuses locales, los famosos y bellos Dala Dala que cruzan la isla en todas direcciones. Una buena oportunidad para conocer y palpar costumbres. El resto, además de poder alquilar un coche, tienen una magnífica oportunidad con los taxis. Resultan baratos, un trayecto de más de 30 kilómetros puede rondar los 30 dólares y son una excelente opción. El taxista, lo hacen todos, le llevará a un hotel donde mirar las habitaciones, la playa, las instalaciones.
Si les gusta, negocian el precio, siempre se negocian los precios en este lugar, y se quedan o se van. Su conductor estará fuera, esperando y en caso de que no les guste este hotel les llevará a otro y otro hasta que encuentren el que buscaban.
Escojan estar dos días en cada playa. Comiencen por ejemplo en el sureste, en Paje. La zona del este es la parte que da al mar abierto. Las mareas inventan cada día dos playas: la baja, en la que millones de conchas afloran entre bancos de arena blanca y una mancha verde y azul que se pierde en el horizonte; y la alta, donde las olas se baten contra los pinares cercanos o las rocas.
Allí, camino al norte, tienen las playas más famosas y concurridas por los lodges. Kiwengwa y Matemwe son un inmenso arenal que cumple todos los requisitos de la felicidad playera: arena muy blanca, agua muy azul y muy verde y muchos lugares donde les pueden colocar un daiquiri en la mano mientras descansan bajo una palmera.
En la punta, ya en la zona norte, están las playas de Kendwa y Nungwi. Aquí se encuentran también los hoteles más baratos de la isla, aunque muchos han optado por renovarse y mejorar sus instalaciones.
La playa es más salvaje, aunque los colores siguen siendo tantos y variados como en el resto de la isla. Todo, absolutamente todo, se puede hacer por su cuenta y, además, ahorrarse un buen dinero. Especialmente cuando no es temporada alta, en Zanzíbar se negocian hasta las horas de sol.
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