Misión marciana en Austria
Y mientras los astronautas de la Estación Espacial
Internacional (ISS) son utilizados como conejillos de indias para probar los
primeros vegetales cultivados en el espacio, en un glaciar austriaco un equipo
de científicos simula una misión a Marte.
El objetivo de AMADEE-15, como ha sido bautizado este
simulacro de expedición espacial que lleva a cabo el Foro del Espacio Austriaco
(ÖWF, por sus siglas en alemán) y en el que participan científicos de 19
países, es ensayar las tecnologías y los equipos que están siendo desarrollados
para un futuro viaje tripulado a Marte.
Como resulta muy caro y lento mandar al
espacio todos los materiales y componentes que se utilizan para construir
vehículos de exploración y equipamiento para astronautas, las agencias
aprovechan los entornos hostiles que hay en la Tierra para medir su
resistencia.
Estos lugares con temperaturas y orografía extremas se denominan
análogos marcianos y son relativamente numerosos en nuestro planeta. Antes de
ir a la Luna, por ejemplo, los astronautas de la misión Apolo completaron su
entrenamiento en el interior de Islandia.
Si en 2013 la organización austriaca eligió Marruecos para
realizar su simulacro, este verano las pruebas se realizan en el glaciar
Kaunertal del Tirol austriaco. Se trata del lugar de mayor altitud en el que se
ha realizado una de estas misiones.
Así, los visitantes que se acerquen a ese
valle hasta el 15 de agosto verán cómo varias personas embutidas en trajes
espaciales exploran la zona y realizando experimentos de geología,
astrobiología e ingeniería.
La estrella de esta misión, que va a durar 10 días, es el
traje espacial, denominado Aouda. Este prototipo pesa 45 kilogramos y simula
las condiciones que el astronauta tendrá que soportar si estuviera trabajando
en la superficie de Marte.
Es decir, las dificultades para mover sus
extremidades, el peso, la presión y la limitación sensorial que
experimentarían. El traje está diseñado para optimizar las interacciones de los
astronautas con un vehículo robótico (rover) como los que se mandan a Marte
para minimizar el riesgo de que los humanos contaminen las muestras que toman.
En Innsbruck se ha instalado el centro de control desde el
cual un equipo interdisciplinar guía y presta asistencia a los astronautas de
forma remota. Los datos que van recabando son transmitidos a tres centros de
investigación situados en Varsovia, Atenas, Budapest, desde donde se
monitorizan los experimentos.
Entre ellos, un radar que penetra en el terreno y
que se usa para detectar depósitos de hielo subterráneo, un láser que busca
vida microbiana en entornos extremos, una impresora 3D con la que obtienen
prótesis y recambios o una ducha de vapor de agua que emplea una pequeña
fracción del agua de la que habitualmente se gasta. Una plataforma de realidad
virtual hace que la simulación sea más realista para los astronautas.
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