El Hotel San Antón de Granada echa el cierre

Unos altos índices de ocupación no han bastado para sostener la apertura y el hotel San Antón echa el cierre. 

Hoy, cuando el último de los clientes que han rozado el lleno durante este puente de la Constitución abone su factura, uno de los establecimientos más significativos de Granada colgará de su fachada el cartel de ‘cerrado’ y su medio centenar de trabajadores (42 fijos y ocho discontinuos) pasará a engrosar las listas del paro.

Un cuatro estrellas abierto en 1992, el mismo año de la inauguración del Palacio de Congresos, cuyo ‘tirón’ aprovechó en los primeros tiempos, echa hoy el cierre, en una especie de alegoría de la paradoja en la que vive la hostelería granadina.

Mientras la ciudad alcanza cifras récord de visitantes, muchos establecimientos ven cómo se resiente su rentabilidad por el crecimiento desbordado de una planta hotelera. Además, la renovación del convenio colectivo se atranca más de un año ante la demanda de la patronal de congelación salarial y renuncia a derechos laborales adquiridos.

En resumen, el hotel San Antón, que construyó el promotor granadino José Ávila Rojas y pasó en 2006 a la cadena Vita Hoteliers, cierra adeudando a sus trabajadores las nóminas desde agosto y la posibilidad de que otra empresa se haga con el edificio pasa por una renovación de la plantilla, condición que se ha impuesto en las negociaciones, según explica el director del hotel, Francisco García.

Las huelgas que los sindicatos convocaron en los últimos meses en la hostelería ante la ruptura de las negociaciones del convenio afectaron de lleno a este hotel, cuya plantilla se sumó al cien por cien a los paros. La propia dirección reconoce que "en un momento en que el sector empieza a repuntar, los empresarios deberían abrir un poco la mano".

La nueva plantilla entraría –en caso de reapertura– en condiciones ostensiblemente más bajas en cuanto a salarios y horarios. "La reforma laboral lo permite", señala desde la recepción un trabajador que se encoge de hombros cuando se le pregunta por el futuro: "O tragas por lo que te ofrecen o qué otra cosa queda…"

Un año de agonía ha sido suficiente para que el deterioro de los servicios se hiciera patente en los comentarios que la clientela deja en los buscadores de internet. La plantilla admite igualmente que las dificultades de gestión de una deuda que afectó en gran medida a los servicios, mantenimiento e higiene del hotel. 

Una crisis enmarcada en la que atraviesa la economía española y que en un hotel como el San Antón, orientado a atraer el turismo de congresos, ha golpeado con más intensidad a este establecimiento ahora cerrado.

Ubicado en una zona de expansión colindante con el centro histórico y llamada a convertirse en la zona financiera de la ciudad, en sus primeros años aportó a su fachada –que se asoma a la colina de la Alhambra– el primer ascensor panorámico que se instaló en Granada y que constituía en sí mismo un atractivo más.

Ahora, el número de congresos es notablemente inferior, resentido por la crisis y la competencia de otros palacios, "aunque habría que analizar si la gestión del de Granada es la más adecuada", añade García.

En aquellos primeros años la planta hotelera de Sierra Nevada no era la actual y muchos visitantes de la estación pernoctaban en la ciudad tras una jornada en la nieve. Granada, por otra parte, no rompe la estacionalidad aunque haya mejorado sus cifras de ocupación y el completo se limita a los fines de semana. "Pero quedan otros cinco días", señala el director del San Antón. Granada, resume García, "ofrece demasiada oferta para la demanda real existente".

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