Amanecer de cine

Boca Chica. Exterior. Día. Cae la amanecida sobre la playa, es un amanecer tan bello, tan increíble, tan de cine, que se merece los honores de la Paramount y no los de la simple realidad. El despertarse tiene ese inconveniente, la realidad. Radhamés Mármol Más se estira, bosteza, sacude la arena de su apurado pelo y alisa las arrugas de su chacabana de manga corta. Para lo que pretende necesitaría un flux, y por una de esas casualidades del azar el primer clasificado de El Caribe que lee es: «Almacenes Chinita, ropa casual para la mujer y el hombre de hoy». Por un chin. El diario procede de una cubeta y es de antier, de un turista dócil, no bote basura, no pise la grama, no tumbe las frutas. Bastante más que un chin le haría falta. 

Sed como las aves del cielo que no siembran ni buscan en los clasificados, vuelan las cigüitas hacia el manglar a desayunarse, muy educadas, ¿le hace un guineo, doña?, no siembran y el que les place. Qué envidia. Todas estas mañanas, de ésta no pasa sin intentarlo, entre la amanecida y los buenos días se desayuna en la Terraza del Papalote por generosa gentileza de su titi Plinio. Las radios y las pululantes velloneras ya están en marcha, el bolero cuenta una historia de novios mezcla de a balazos y de azuquita, quien canta es La Fea, seguro, ¿qué tiene contra el merengue? «Terraza del Papalote: bailables desde las 8.00 p.m. 


La mejor Fiesta de Amargue. Comida criolla y también cocido, patitas y mondongo». - Plinio González, para servirle, don. ¿Le hace un café y cómo lo quiere? ¿Con leche o medio pollo? - Mejor un roncito, ¿no? - ¿Arriba o en las rocas? - Con jugo de china, compay, que cunda más para ahogar las penas. En el rostro de todos los que a esta hora se levantan de la cama grande, no hay cuidado de que con qué pie se descabalguen, luce una sombra ineludible, la del pollito ante la presencia del guaraguao. El ron ayuda a disipar la mala suerte. - Me cancelaron y figúrate. La noticia me cayó como un aguacero de corbata. 

Y total por una bobería, por faltar una jornada a la oficina. Eh, tú, con causa justa, que uno cumple como el que más. Por eso busca Radhamés en los clasificados de El Caribe. «Se traspasa pistola Marca Browning 380, trece tiros, con licencia a la fecha, en perfectas condiciones». No es en Varios sino en Empleo. «Solicitamos vendedor, persona dinámica con carro en buen uso y experiencia en equipos de oficina para nuestra división de Eventos Nacionales». Un tema jodón, sí, lo del motor lo complica y mucho, pero más jodón y sin remedio es el de la tigrecita Ylonka, pensó Plinio. Dame verbo, que yo también necesito desahogarme. - Me está celando, me estaba, ya no hay de qué pues prefirió al cocolo Morrison. Le puso el trompo carreta y lo tuvo al brinco de la pulga. Para mí que si me dio aire y se aplazó conel belitre de Elpepe fue por sus bululuses. Ella, tan presumida y con un cocolo al que le sale el negro por detrás de la oreja. 

Si serán refitoleros, los dos. - Oye, ¿y La Fea por qué no le da al merengue? - Porque va de bachata, es lo que le gusta. - ¿Como si fuera esta noche la última vez? - Como ha sido. La sombra de la palma se queda corta ante el avance del sol y Plinio González enchufa los abanicos. De la vellonera se escapa un monocorde ritmo de mongó y tambora, y del tronco de la palma el de un pájaro carpintero a clavo y martillo. En el traspatio del Papalote se amontonan los rutilantes cuadros naif de los haitianos, mejor negocio que el de las caracolas, piensa Mármol Más, ¿pero qué coño de corotos terminaré yo vendiendo? 

Le gusta presumir de culto, de un incierto paso por la universidad: los pintan al creole, una pintura como el óleo pero inasequible a la intemperie, impermeable y termorresistente, ¿sabes? Haití al óleo significa lo mismo que Goihierri en vascuence o Highland en escocés. Le obsesiona al mulato su forzada intemperie y vuelve a la carga. - Me cancelaron y a la calle, figúrate, la noticia me cayó como un aguacero de corbata. Y total por una bobería, por faltar una hora al trabajo que más no fue, te lo prometo. Continúa buceando en los anuncios de El Caribe, en los de por palabras, con ojitos tarifa doble. «Léase en la ciudad de San Pedro de Macorís: se solicita vendedor en el ramo de eléctricos para el hogar con vehículo en buen estado». Están dengues con lo del vehículo, de tenerlo y con gomas nuevas me establecería por mi cuenta, lo pondría a conchar calle a calle, peso a peso, hasta el semáforo electrónico solar, y vuelta a la caoba. - 

Un concho sí es negocio para sacarte de la playa. - Mejor de gran turismo a puerta de hotel. - Sí, pero lo mejor es lo imposible. Los de San Pedro de Macorís te son medio raros, pensó Plinio, de allí salen buenos peloteros y el Mármol no era manco, pero le dio por la ciudad y abandonó el béisbol sin intentar el paso a la liga grande, mira para qué y eso que tiene estudios. Como a la Ylonka Pereira a la que también le dio por transvertirse en blanquita capitalina, me rompió el corazón y mira con quién se puso a comer gallina, con un come gente con la bravura a flor de piel, bronco pendejo que a saber de dónde los cáncamos. El Morrison es un fantasmoso, puro changüí. - 

Mi pilón de azúcar, mi dolai, con esos pechitos acajuilados y mira con quién me traicionó. A Radhamés la niña Pereira le parecía contentona y chirivica, de las que les gusta la pelea a falda alzá, pero no iba a decírselo a su amigo, bastante tenía el pobre. Improvisó. - Eso te lo arregla la Elpidia, que te es medio bruja de las que preparan resguardos para que a las personas no les suceda nada, como un bebedizo para ensalmar el padrejón pero para el mal de amores, lo que tú necesitas. No pongas cara, titi. 

Hay santos propicios para estas hechicerías, si no crees en brujas cree en santos, no seas hereje. San Pascual Bailón, el Barón del Cementerio, San Jorge, Yemeyá y las Trece Animas del Purgatorio son los más favorables, si tomas el bebedizo en su día resuelves, de seguro. No insistas, compay, el maco no pare cacata. Lo que tú necesitas es un empleo, pero yo un milagro. Si tú supieras que vivo de milagro, que si lo sabes, como las ciguas del Señor, de puros víveres, meras raíces de yuca y ñamé, y también de batata, y del roncito barceló con que me resucitas de amanecida. Eso es un empeño y no el de una mujer que a lo peor mañana te envuelve. Lo que no tiene vuelta de hoja es lo mío y es que el que desciende de coco hasta piñonate no cesa, terminaré vendiendo cachuchas y espejuelos a los turistas, oiga, mister, raiban auténticas, falsificación de garantía, terminaré como sea pero al conuco no regreso. Otro rumbo hubiera sido si no se me llega a torcer el brazo, y si los estudios, y si a las ranas pelambrera, pero hasta el cirimbo me tienes con tu carajita, viejo, atiéndeme y no relajes. - Tengo el ánimo en el piso, compay, me cancelaron en la oficina y figúrate. ¿Adónde va el país?, total por retrasarme unos minutos, ni que fuéramos gringos. - 

Pero tú pronuncias, has ido a la universidad, para pendejos así siempre hay un clavo donde colgarse. - A lo mejor te vuelve la negra, ya sabes cómo te son de veletas. -Esta no, imposible. A Plinio González se le nublaron los ojos, su compadre siempre iba por las galleras como canelo con espuelas de plata y difícilmente le comprendería. Colocó la última cinta de La Fea, «si puedes tú con Dios hablar». Tanta belleza hiriéndole la vista, flores de cayena y trinitaria. Desdobló un recorte de prensa y se lo alcanzó a su amigo. «Ylonka Pereira Vázquez, alias La Fea, vocalista, de 19 años, fue muerta accidentalmente de una cuchillada por su amigo José Morrison Morrison, alias Elpepe, de 37, en la calle de Las Damas de esta ciudad. Ocurrió, según la policía, que Elpepe reñía de madrugada con unos tales Fitzgerald, Nilo y otros dos sujetos de malas costumbres, y al lanzarle una estocada a uno de éstos a quien hirió fue a la susodicha Ylonka cuando la mujer mediaba en la peleadera». - Hay cosas que no tienen remedio, ¿no? 

Ni con la poción de San Deshacedor, santo de gran poderío. Por toda respuesta Radhamés señaló a su compadre el anuncio de El Caribe que tanto le acuciaba. «Hamaca, beach hotel, próxima apertura, se necesita capitán de bell boys con experiencia». El gesto era sobrio pero no indiferente, quería decir dos cosas: la primera que la muerta Pereira con tierra tiene y no dejes que se te monte; la segunda que el vivo Mármol Más no era ninguna potencia como él suponía, trabajaba de mensajero, no de oficinista, y la única vez que pisé la Universidad Católica Madre y Maestra fue para llevar un mensaje: de capitán o de comín, con lo que me den desempeño. - Por eso voy con chacabana, hay que cuidar la presencia. En los hoteles les gusta que luzcas como cosita de encargo. - Pues sacúdete la arena, no te delaten las sábanas en donde duermes. 

La cama grande de la playa de Boca Chica, su sábana de arena, comienza a repoblarse, ahora con los blancos y rojos cuerpos de los europeos: qué manía la del tueste. Radhamés Mármol Más se aleja hacia el Hamaca, al fondo, bordeando el caserío, aprovechando la sombra de las colas de pez, alpasito, con pasos de muñecote cansado. Ojalá ande chivo, piensa Plinio González, si lo consigue, cuando vuelva allá por entre la anochecida y las buenas noches, quemamos la ceiba de Colón. Y si no lo consigue también, qué carajo. Las penas con ron apenas.

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