Rato tocando la campanilla parece un psicópata
Manolo March dio su copa de Navidad el jueves a la hora de las conferencias. Agradecí su invitación porque andaba escasa de temas y la ruta de los eventos suele deparar alguna sorpresa. Sonó la flauta. A la media hora de estar allí, ya era depositaria de una confidencia: Rafael Spottorno y María Pía se han separado. Como una separación conduce a otra, alguien añadió que lo mismo le ha ocurrido al Conde de Fontao. Se conoce que el virus de la Zarzuela también ha hecho estragos fuera de la Familia Real. Los motivos pertenecen a los interesados, pero es evidente que no corren buenos tiempos para la coyunda.
Son los efectos colaterales de una crisis que nos ha puesto al borde del haraquiri. Los que se libran de la cárcel, no se libran del psiquiatra. Rato, que sale en un vídeo tocando la campanita de la estación de Bankia, parece escapado del frenopático.
Manolo March recibió en Cappuccino Grand Café, un restaurante que también es su casa, su oficina y su negocio. El bohemio de la familia March es rico en gente que acude a la llamada de la amistad. La otra noche, aquello parecía Los Jerónimos en hora punta. La mayoría se conocía de siempre, pero no faltaban algunos que amenazaban con desconocerse. Ocurre siempre.
A mí me habría gustado pillar un romance furtivo, pero no tuve suerte. Escuché, eso sí, un comentario nada favorable sobre Genoboba, la última novia de España. Michavila, que hasta hace poco negaba la existencia de la relación, ha salido del armario en Hola, donde posa abrazando a Genoboba con gesto de circunstancias (y sin sonreír, para que no digan). Han sido meses intentando aclimatarse a su estatus de viudo. Con ella cerca, sintiendo su apoyo. Según los amigos, ha sido una persecución implacable. Hasta que él bajó la guardia y se dejó querer. Los viudos son así de vulnerables.
A Michavila le aterraba sentirse juzgado por esa sociedad de la que él ha formado parte. Ahora ya se siente fuerte y capaz de no defraudar las expectativas de la mexicana. Las cosas le van bien. Tiene un bufete de abogados en Madrid y negocios prósperos al otro lado del charco. Genoveva no puede quejarse.
Para quienes no se coscan: Michavila fue ministro de Justicia con Aznar y luego secretario General de la Complutense con el rector Villapalos. En un tiempo, se le relacionó con el Opus Dei, pero pronto se decantaría por los Legionarios de Cristo, que eran más sandungueros. Villapalos y Michavila fueron los artífices de la entrada de Los Legionarios en la Universidad. Corrían los años 90 y los Michavila frecuentaban una pandilla que había de convertirse en referente: gente guapa que iba mucho a misa y era un modelo a imitar.
Todo esto y más se comentó en la cena del jueves, mientras la gente iba y venía: Marta Gayá y José Luis Zoreda (D. O. mallorquín), Juan Claudio Abelló y Marta Álvarez (Dios los cría y ellos...), Nené Nieto Antúnez (tiene casi 100 años, pero la siguen llamando Nené: todo un ejemplo de optimismo); la Baronesa de Grado, peinada como Guillermo Tell (otra optimista), Katia Guerrero, Cari y Miriam Lapique (ésta última con Alfonso Cortina, su marido de toda la vida), Piru Araoz (nieta de Marañón), Jaime Urquijo, María León (una diosa) y la marchosa Sylvia Polakov.
También un puñado de March (pocos) y cuarto y mitad de Hohenlohe. Que yo recuerde, Leonor March, hermana del anfitrión, con Queenie Altamirano; María de Hohenlohe, ex nuera de la Duquesa de Alba (estuvo casada con Alfonso Aliaga) y Alfonso de Hohenlohe (de joven, Garbancito Hohenlohe); Tessa de Baviera (igualita que hace 30 años) y Mercedes Ybarra, tan vivaz.
Apareció entonces Sisita Miláns del Bosch, que me contó su pasión por el teatro: ha hecho una inmersión en La Abadía y no tardará en tener obra propia. Por cierto: Sisita cenaba la otra noche en Lucio, acompañada de Rafael Sporttorno. ¿Tendrá él un papelito en la obra?
La invitación de Manolo March me sirvió para refrescar la memoria. Entre los asistentes, vieja guardia (amigas que han sobrevivido a la mamá de Manolo, como Aurora Barroso o la Baronesa de Grado); reliquias de la ‘beautiful people’, como Jaime Soto (Ibercorp); princesas difíciles, como Wanda de Ligne, que charlaba con Pablo Melendo. Y Naty Abascal, ante la que siempre cae rendido algún admirador. Naty es ‘o furor’ de los estilistas. Me dijo que está recibiendo muchas cartas de pésame por la muerte de Oscar de la Renta. "Es increíble... Yo lo envío todo a su familia de América, aunque no es lo mismo. Allí no tienen la cultura de la muerte que tenemos nosotros. En Nueva York, por ejemplo, se mueren y pasan página".
A propósito: Isabel Preysler ha reaparecido. No en la cena de Manolo March, sino ante un objetivo fotográfico. Sin luto, aunque a ella el luto seguro que le sienta como un vestido de gala. También ha reaparecido Ana Boyer, presentando la campaña para Cruz Roja en Las Rozas Village, donde parece que regalan las marcas, a juzgar por los ríos de gente que acude. Ana estaba guapa, un poco sombreada de melancolía.
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