A la reina Sofía le gusta la ópera

Cerca de tres mil personas se dieron cita anoche en la Catedral de Palma para aplaudir a la soprano catalana Montserrat Caballé, que reaparecía después de un problema coronario. Una actuación que de nuevo, al igual que aquella del Auditorium de hace dos años, se llevó a cabo bajo la presidencia de la reina doña Sofía. Además de la Reina, el acto contó con otros invitados de excepción y en particular la infanta doña Margarita, hermana del Rey, y su esposo Carlos Zurita, duques de Soria. Cerca de dos horas duró el acto en el mareo de la catedral, un escenario excepcional para lo que también era el pórtico cultural del IX Trofeo Almirante Conde de Barcelona, que hasta el próximo día 28 va a celebrarse en aguas de la Bahía de Palma. 

El recital, amén del prestigio de la diva y de la presencia de doña Sofía y los duques de Soria, era una cita de excepción al destinarse todo lo recaudado a las actividades de recuperación de drogadictos del Proyecto Hombre; la Seu se llenó no sólo de público, sino de solidaridad, y tanto la Reina como el resto de las autoridades abonaron el precio de sus localidades. Con puntualidad absoluta, a las 19.30 horas, la fijada para el inicio del recital, hizo su entrada en la Catedral la reina doña Sofía, quien fue acogida con cariñosos aplausos del público asistente, que ya ocupaba sus asientos. La presentadora mallorquina de televisión Lina Pons hizo las veces de introductora del recital.


En primer lugar tomó la palabra Ricardo Fuster como presidente de la Real Asociación Nacional de Cruceros, organizadora del Trofeo Conde de Barcelona, que dedicó emocionadas palabras de recuerdo a don Juan de Borbón. A continuación intervino brevemente Tomeu Catalá, presidente del Proyecto Hombre, quien glosó los objetivos de esta entidad y elogió también a don Juan y a la reina doña Sofía, a quien calificó de «vehículo de la esperanza». 

En la primera fila, junto a doña Sofía y los duques de Soria, tomaron asiento las primeras autoridades, entre ellas Félix Pons, Gabriel Cañellas, Joan Fageda y Cristóbal Soler, así como Tatiana Razdiwil de Fucheaud, pariente de los Reyes. Sobre las 19.45 inició el recital Montserrat Caballé, vestida de negro al igual que su aompañante al piano, Manuel Burguera. Dedicó la primera parte de su actuación a canciones de Haendel, Vivaldi y Rossini. 

El fuerte calor en el interior del templo motivó la presencia numerosa de abanicos; incluso la propia soprano hizo uso de él y de un pañuelo para secarse el sudor. Al finalizar la primera parte, se produjo una anécdota; un niño que debía entregar unas flores a la Caballé, pensando que había terminado, se dirigió hacia ella. Posteriormente, él y su hermana sí que pudieron entregárselas: Ernesto y Alicia son hijos de un matrimonio de ex toxicómanos rehabilitados en el Proyecto Hombre. La Caballé cantó en la segunda parte piezas de Massenet, Granados, Obradors, Mompou y Montsalvatge. No obstante, ante las insistentes ovaciones, ofreció dos bises: O mio bambino caro, de Puccini y la popular Marianela.

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