Construyendo al hombre biónico

Los niños se acercan con estupor al hombre biónico. Sentado en una silla ergonómica, Rex (así se llama) exhibe sin pudor su corazón, sus pulmones, sus riñones, su bazo, su páncreas y su tráquea mecánica, mientras la sangre artificial corre por sus arterias y la cámara que lleva instalada en las gafas envía señales a un microchip que lleva implantado en la retina.

«Ahora mismo está en posición de reposo y no responde a los estímulos», explica Ling Lee, del Museo de Ciencia de Londres, ante el primer pelotón de curiosos. «Los técnicos le están dando los últimos retoques, aunque si venís otro día podéis hacerle preguntas y haceros una foto a su lado».

«¡Pues si se pone de pie, yo salgo corriendo del susto!», advierte un niño. «¡La cara parece tan real!», proclama una niña a su lado, sin duda la más curiosa: «Me pregunto por qué no tiene intestinos ni estómago».

«Por dos razones», responde la profesora Lee. «Porque no necesita comer ni beber. Y porque todavía no hemos encontrado un laboratorio donde fabriquen esos órganos artificiales con garantías de éxito. Aunque todo llegará con el tiempo».

Con el tiempo, Rex será capaz de ponerse de pie y avanzar con sus dos metros largos, gracias a su poderoso exoesqueleto. De momento, el humanoide está dotado de una inteligencia artificial muy básica que le permite responder a los estímulos, pero no pensar por sí mismo. Cuando habla, lo hace además con una voz sintética y sin abrir la boca. Su cabeza tiende a ladearse y su rostro de cera tiene una expresión inmutable e inquietante.

«Es emocionante, pero da miedo hasta dónde puede llegar la ciencia», reconoce Bertolt Meyer, el psicólogo suizo que sirvió de modelo humano para la creación de Rex. «Podemos llegar a un punto en que la tecnología vaya más allá de la evolución. Seremos capaces de crear superhumanos, con todos los riesgos que conlleva. Aunque por suerte Rex no se ha rebelado de momento como Frankenstein».

Rex (que debe su nombre a la contracción de robot y exoesqueleto) es al fin y al cabo un producto televisivo. La idea partió del Canal 4 británico, que esta misma semana ha emitido el documental Cómo construir un hombre biónico, recreando la vida y milagros del ingenio mecánico, que ha costado 800.000 euros y ha requerido la participación de 18 laboratorios y universidades, en calidad de donantes de órganos artificiales.

El modelo humano, Bertolt Meyer, fue elegido por su interés en la robótica y por su experiencia personal con la prostética. Nació sin la mano izquierda y desde hace poco lleva una compleja mano artificial que le permite coger los objetos y girar la muñeca con toda naturalidad.

«Toda mi vida he seguido los avances en tecnología biónica, pero hasta hace cinco años no ha existido realmente una explosión en este campo», certifica Meyer. «Los científicos son capaces de cosas increíbles: el futuro es realmente esperanzador para los discapacitados». Meyer admite, sin embargo, que le costó digerir la idea de tener un doble biónico, como puede comprobarse en el documental. «La primera reacción fue de incredulidad y extrañeza. Me daban náuseas hasta que me familiaricé con la idea. Había quienes le llamaban Bio-Bertold».

Para darle más credibilidad al asunto, la firma Cavandish Imaging realizó una copia tridimensional del cráneo y del rostro de Meyer. Las manos de Rex, creadas por Touch Bionics de Glasgow, son incluso más avanzadas que la de su modelo humano, con una tecnología que permite activar la mano con impulsos eléctricos, con 26 posturas y gran movilidad en los dedos.

Los ojos artificiales han sido creados por la Universidad de California: las gafas captan las imágenes y las transfieren a un microchip instalado en la retina, que a su vez envía impulsos eléctricos capaces de ser procesados por el cerebro. Las orejas han sido creadas por la Universidad Macquarie de Sydney y consisten en implantes en la parte interior del oído que estimulan las fibras nerviosas. El corazón artificial es obra de SynCardia, en Arizona, y es la pieza más valiosa del organismo de Rex (90.000 euros). La tráquea, fabricada por el Royal Free Hospital de Londres, ya ha sido probada con éxito en el 2011 en un paciente de Suecia.

Richard Walker, de Shadows Robotics, ha ensamblado todos los órganos de este rompecabezas y es el máximo responsable de su funcionamiento. «Rex es un humanoide incompleto, pero es increíble la cantidad de órganos que hemos sido capaces de ensamblar en tan poco tiempo». El hombre biónico seguirá deleitando a niños y no tan niños durante un mes en el Museo de Ciencias de Londres, antes de emprender el vuelo al Instituto Smithsonian de Washington en primavera. En verano, su corta vida tocará a su fin. Todos los órganos artificiales volverán a su lugar de procedencia y Rex no será más que un prometedor y preocupante recuerdo de la capacidad tecnológica del ser humano.

«Es emocionante, pero da un poco de miedo pensar hasta dónde puede llegar la ciencia»
2017: El Canal 4 de la televisión británica decide rodar un documental sobre la construcción de un 'hombre biónico'. 2011: El psicólogo suizo Bertolt Meyer, con un brazo prostético, se ofrece como modelo y 18 laboratorios contribuyen a su construcción. 2017: Se emite el documental y el humanoide se expone en el Museo de Ciencia de Londres.

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